¿Podemos aprender a pensar? Mejor aún, ¿podemos enseñar a pensar lo mejor que se puede pensar?
La enseñanza actual se encuentra permeada de la importancia de obtener buenas calificaciones y los mejores puntajes en pruebas nacionales e incluso internacionales que “miden” el buen desempeño de los maestros y de los colegios. Esto, junto con la gran cantidad de contenido que se debe impartir en un solo año escolar, lleva a que muchas veces la enseñanza se centre en impartir contenido y enseñar técnicas a los estudiantes para que memoricen y obtengan buenos resultados.
No debería de extrañarnos (pero lo hace) que cuando le preguntamos a un estudiante por un tema que estudio recientemente no recuerde nada. Digo no debería de extrañarnos, porque muchos somos conscientes de que el año escolar es una carrera en la que vamos saltando de un tema a otro tratando de hacer lo mejor que podemos, pero sabiendo que no logramos llegar a profundidad en los temas.
Pero nos extraña, porque la mayoría de nosotros queremos ser unos buenos profesores y queremos dejar una huella en la vida de nuestros estudiantes.
Afortunadamente, en los últimos años han surgido grandes pedagogos de los que estaremos hablando, con metodologías innovadoras que quieren llevar a los estudiantes a realmente aprender a pensar.
Aunque todo el mundo es capaz de pensar de una manera concreta, no siempre pensamos todo lo bien que podríamos para estudiar mejor; para tomar decisiones importantes en nuestra vida; para resolver problemas; para responder de forma creativa a determinadas circunstancias; para ejercitar nuestro juicio libre de prejuicios y sesgos;… en definitiva, para para ayudar a nuestros propios intereses y a los de los demás.
DAVID PERKINS – ROBERT SWARTZ
Aunque todas ellas son muy diferentes y tienen diferentes enfoques, he encontrado algunos temas en común de los que me gustaría conversar un poco:
Antes de entrar a hablar de cada uno de ellos, es importante recordar que para que podamos trabajar en los procesos internos de pensamiento, es necesario contar con unos buenos elementos externos como son un lugar adecuado para estudiar, una buena iluminación y un horario adecuado para hacerlo.
La metacognición.
El estudiante debe ser capaz de reflexionar sobre su propio pensamiento. ¿Cómo pienso? ¿Cómo aprendo? ¿Cómo almaceno la información? ¿Cómo utilizo la información que tengo almacenada? ¿Soy capaz de crear? ¿Soy capaz de juzgar? Son solo algunas de las preguntas que el estudiante debería ser capaz de contestar por sí mismo para evaluar los resultados que está obteniendo y ser así capaz de mejorar.
La metodología de estudios.
La irá creando gracias a la capacidad que tiene de reflexionar sobre su propio pensamiento, probando las cosas que mejor funcionan para él. Aunque evidentemente, en un inicio deben ser los adultos (padres o profesores) los que le ayuden indicándole algunos pasos que puede seguir. De esta manera él comenzará a probarlos y a ver lo que funciona para él, diseñando así su metodología para aprender. Puedes leer más sobre este tema aquí.
Los procesos y procedimientos.
Los procesos y los procedimientos no son sino los pasos que componen esta metodología de estudios y son al mismo tiempo el pensamiento como tal. ¿Qué pasa por la mente del estudiante cuando está estudiando? ¿Qué pasa por la mente del estudiante cuando está aprendiendo?
Como maestros nosotros recibimos el “producto” del pensamiento del estudiante. Vemos un examen, un mapa conceptual que realizó basándose en un texto, los resultados de unos problemas matemáticos. Pero no vemos lo que sucedió en la mente del estudiante para que se formara ese producto. No vemos esos procesos y procedimientos que él sigue.
Es aquí donde se unen unos elementos con los otros, pues con nuestra ayuda el estudiante debe ir siendo capaz de hacer su pensamiento visible, y al mismo tiempo reflexionar en cómo está funcionando su pensamiento.
Interiorizar.
Cuando los procesos, los procedimientos, la metodología de estudio y la metacognición se hacen un hábito, se transforman en una habilidad que estará presente en el estudiante independientemente de la materia o el contenido que tenga que enfrentar. Y no solo eso. Estas habilidades lo acompañarán en el día a día para ayudarle a juzgar situaciones y personas, a tomar las mejores decisiones, a ser una buena persona y a hacer algo por la sociedad.
Al enseñar a pensar lo mejor que se puede pensar, les estaremos dando a nuestros estudiantes grandes herramientas que les serán útiles para toda la vida.
Un comentario