libro ikigai

Si prefieres puedes escucharlo en el podcast.

Leí el libro Ikigai. Los secretos del Japón para una vida larga y feliz después de escuchar el episodio Una razón para vivir. Con: Francesc Miralles del podcast Abierta Mente por Yoga al alma. Y sentí que este concepto de ikigai hizo clic en mí inmediatamente.

En la pág. 56 los autores describen la palabra ikigai como un propósito que guía a la persona a lo largo de su vida y que le impulsa a crear belleza y utilidad para la comunidad y para sí misma.

Este libro nace de una visita que los autores realizan a la aldea de los centenarios, un pueblo rural al norte de Okinawa que es conocido por ser el lugar más longevo del mundo. Realizan numerosas entrevistas e investigaciones y en el libro recogen una serie de consejos para vivir una vida larga y feliz. Nos hablan de la alimentación, las horas de sueño, la actividad física y por supuesto, del poder de tener un propósito en la vida.

No es mi intención a hacer un resumen del libro en esta entrada sino que hablaré especialmente de este último tema: el propósito o la razón para vivir. Si te causan curiosidad los demás, te invito a leer el libro.

Según los japoneses, todo el mundo tiene un ikigai… algunos lo han encontrado y son conscientes de él. Otros lo llevan dentro, pero todavía lo están buscando… El ikigai está escondido en nuestro interior y requiere una exploración paciente para llegar a lo más profundo de nuestro ser y encontrarlo. El ikigai es la razón por la que nos levantamos por la mañana.

Concepto muy lejano a nuestra visión occidental

Creo que es muy importante aclarar que el concepto japonés de propósito de vida o sentido de vida es muy diferente del que tenemos en occidente. En occidente nos hemos acostumbrado a medir todo lo que hacemos dependiendo del impacto social que tenga y por ende, consideramos que de eso también depende el éxito de ese propósito vital.

Uno de los capítulos que más me gusta es Una simplicidad sofisticada (lo podemos encontrar a partir de la pág. 89) Nos cuenta la historia de Jiro, un japonés que lleva más de ochenta años haciendo sushi todos los días en un restaurante en el metro de Ginza. Él y su hijo van todos los días al mercado, eligen personalmente el mejor pescado para llevarlo al restaurante y después pasan el día cocinando. No tienen un gran restaurante. Sólo sirven a diez clientes por turno.

Incluso después de ser nombrado Michelin como el mejor restaurante de sushi del mundo, nunca se plantearon abrir otros restaurantes o expandir su negocio.

Para nosotros con nuestra mentalidad de occidente esto nos puede sonar ridículo o imposible. Pues creemos que la meta siempre es crecer más. Si un restaurante funciona, hay que ampliarlo, o tener más. Si eres escritor tienes que aspirar a ganar premios o si eres músico, un Grammy.

Pero esta familia pone por encima de ese éxito social, las condiciones y el entorno en el que pueden ser felices y disfrutar de su vida. Porque en el momento en que el restaurante comience a crecer, seguramente vendrán unos nuevos retos que particularmente a ellos, puede que no los hagan felices.

Un ikigai que me da para vivir y un ikigai que me da para disfrutar la vida

También nos aclaran que el ikigai, ese propósito de vida no tiene que estar necesariamente relacionado con nuestra profesión o que podemos tener varios. En la pág. 93 ponen como ejemplo a Einstein. Era tal su pasión por la física que el mismo día que murió, escribió una fórmula para intentar unificar todas las fuerzas del universo.

Pero esta no era su única pasión. Cuando no estaba centrado en la física y las matemáticas, disfrutaba tocando el violín y llegó a decir varias veces que si no se hubiera dedicado a las matemáticas, habría sido un músico. Ambos eran su ikigai.

Después de profundizar estos conceptos, veo mi vida un poco así. Creo que tengo un ikigai que es el que me da para vivir y al mismo tiempo con el que le presto un servicio a la humanidad y es la educación. Al mismo tiempo siento una pasión muy grande por las montañas y el senderismo. En algunas ocasiones algunos amigos me mencionaron que yo porque no empezaba un grupo y que podría inclusive llegar a vivir de eso.

Sin embargo, una vez fui a una caminata con un grupo y no me pareció que la líder disfrutara mucho, pues tenía que quedarse con los que caminaran más despacio, ayudar a una persona, a otra. Algunos estaban insatisfechos por uno de los líderes, por la comida, diferentes situaciones que surgen cuando tenemos un negocio. En mi caso, eso me robaría todo el disfrute y la magia que son las montañas para mí.

Aunque, como hablaremos más adelante, la vida da muchas vueltas, así que no estoy cerrada a que llegue un momento en mi vida en que esta pasión por las montañas se transforme.

En la entrevista del podcast AbiertaMente, Miralles explica un poco más este punto. Nos cuenta el caso de un médico muy famoso de España por crear un un método para dormir a los niños. Su vida económica viene de esto. Pero él aparte tiene una pasión que es una banda de música que tiene hace años. Él nunca quiso hacer de esto el centro de su vida porque habría quedado condicionado por las discográficas, por los managers, por lo que pide el público y la música habría dejado de ser esa fuente de paz y de felicidad.

Y también el ejemplo una ejecutiva de cuentas en una multinacional que tiene como su pasión es el mindfulness. Ella no quiere montar academias de mindfulness porque tendría los mismos problemas que tiene en su otro trabajo y esa pasión podría perder la paz y felicidad que le da. Quieren que siga siendo un espacio de libertad.

Sin embargo, es cierto que algunas veces este propósito de vida termina ocupando mucho espacio en tu vida y terminas dedicándote a eso tiempo completo. Y esto es muy importante sobre todo en las profesiones que están muy relacionadas con la vocación (personas que su profesión va dirigida a mejorar la vida de otros).

“Cualquiera que sea el propósito, la inmensa mayoría tiene un común denominador: la ayuda a los demás. Es muy inusual que el desarrollo de un ikigai solo redunde en la satisfacción de uno mismo. El bienestar ajeno, la mejora del mundo suelen estar presentes.” Pág. 9

“Cuando una persona descubre cuál es su contribución al mundo, entonces su vida adquiere sentido. Su acción para el mundo cuenta y así será cada día de su vida.” Pág. 9

Descubriendo tu ikigai

Hay personas que siempre han sabido que quieren hacer con su vida. Otras intuyen que tienen un don pero no saben exactamente cuál es. Otras puede que hayan tenido una pasión y esta se haya extinguido. A veces se pasa de un ikigai a otro.

Los autores del libro nos cuentan como uno trabajaba en el acelerador de partículas de Ginebra y el otro como editor hasta que descubrieron su nuevo ikigai: precisamente en compartir lo que es el ikigai y ayudarle a las personas a encontrarlo para que puedan vivir una vida más plena y feliz.

Creo que yo soy un ejemplo de esto y de varias maneras. Lo he comentado en ocasiones anteriores. Desde pequeña siempre sentí un llamado, una necesidad de más. ¿Qué era algo más? No lo sabía. Pero siempre estaba allí presente.

Mirando mi vida en retrospectiva puedo decir que el llamado a ser docente lo sentí por primera vez cuando era apenas una niña de unos cinco años y llegaba del colegio a jugar a ser profesora enseñándole a mis peluches. Pero lo ignoré por muchos años porque ser docente no era muy bien visto entre los amigos con los que yo me relacionaba.

Así que seguía con ese llamado interior de querer algo más. A los 17 años creí seguirlo cuando me fui de misionera con una congregación católica pensando que por fin iba a dedicar mi vida a ayudar a los demás. Pero fue un camino totalmente equivocado.

Finalmente a los 24 años la vida se encargó de llevarme de nuevo a ese llamado que siempre había escuchado en mi corazón. En los años que estuve en la congregación había estudiando una licenciatura que era obligatoria para todas, así que cuando dejé la congregación y regresé a mi país, tenía muy claro lo que quería hacer. Eso que siempre había sentido en mi interior. Y de esa vocación, de este sentido tan profundo han salido un montón de ramificaciones que me llenan de sentido, de motivo y de felicidad.

Una vez más me sucedió en pandemia cuando Luisa, mi amiga con la que he comenzado mi comunidad de Instagram, me invitó a dar una conferencia gratis en Instagram y que viéramos que salía de eso. Muy incrédula le dije que solo lo haría por un mes. Y ahora voy para más de dos años y le estoy dando la oportunidad a dedicarme a esto tiempo completo.

Si careces de un ikigai, no desesperes y síguelo buscando. Como decía Viktor Frankl: Si no sabes cuál es tu misión en tu vida, ya tienes una: encontrarla

Los autores redactaron un libro posterior llamado El método ikigai. Sería muy extenso hablar también de este libro aquí, pero en él encontrarás ideas muy valiosas para explorar tu ikigai. Te dejo por lo pronto un punto de partida:

En la pág. 95 nos dicen:

A veces este ikigai está en hacer realidad aquello con lo que soñábamos de niños. ¿Puedes recordar tus aspiraciones infantiles? Aquí hay muchas pistas sobre lo que realmente somos, sobre nuestro ikigai y sobre nuestro potencial como seres humanos.

La mente infantil está libre de las ataduras impuestas por la presión a la que nos vemos sometidos una vez que nos incorporamos en la sociedad como adultos.

Héctor García (Kirai) y Francesc Miralles.

El poder de fluir

Uno de los capítulos más enriquecedores, lo encontramos a partir de la pág. 73

Los autores nos plantean estas preguntas: ¿Qué es lo que hace que nos guste hacer algo, que disfrutemos tanto que nos olvidemos de cualquier preocupación que tengamos en nuestras vidas? ¿Cuáles son los momentos en los que las personas son más felices?

No hay ninguna receta mágica para conseguir la felicidad, para vivir el propio ikigai, pero uno de los ingredientes fundamentales es la capacidad que tenemos para entrar en el estado de fluir para llegar a tener una experiencia óptima.

¿Y que es el estado de fluir?

¿Qué es el estado de fluir? El placer, deleite, creatividad y el proceso en el que estamos inmersos totalmente en la vida. Es el estado en el que las personas entran cuando están inmersas en una actividad y nada más importa. La experiencia en sí misma es tan agradable que las personas la seguirán haciendo aunque tengan que sacrificar otros aspectos de la vida sólo por el hecho de hacerlo.

Mihály Csíkszentmihály

Cómo entrar en estado de fluir

  1. Elige un reto lo suficientemente difícil pero no demasiado: asumir una tareas que tenemos posibilidades de terminar pero que al mismo tiempo esté un poco por encima de nuestras capacidad. Añade un extra. Algo que te saque de la zona de confort. Si llevamos mucho años enseñado un mismo contenido de la misma manera, es muy probable que nosotros mismos nos sintamos desmotivados para ir a dar esa clase. Atrévete a explorar nuevas metodologías y a aplicarlas con tus estudiantes y te aseguro que la motivación con la que vas a trabajar cambiará notablemente.
  2. Ten objetivos concretos y claros: a veces empezamos a hacer muchas cosas con la excusa de “aprovechar” cinco minutos que tenemos, pero eso sólo nos deja con una sensación de frustración por no terminar y de ansiedad por todo lo pendiente. Proponte cosas concretas que puedes hacer cada día.
  3. Concéntrate en una sola tarea: pensamos y mucha gente presume de la habilidad de realizar varias tareas al mismo tiempo como si eso las hiciera más efectivas. Pero la evidencia científica muestra que lo que hacen, es gastar su energía en cambiar, en vez de en la tarea como tal incrementando los errores y generando una gran fatiga. Concentrarse en una sola actividad es quizá la condición más importante para entrar en estado de fluir. Así que cuando estemos dando clase, disfrutemos el dar clase, no nos pongamos a calificar en los cinco minutos que tenemos entre una pregunta y otra de un estudiante, por ejemplo.
  4. Desconéctate:
    • No mires ninguna pantalla ni a la primera, ni a la última hora del día.
    • Haz ayuno de dispositivos electrónicos un día a la semana.
    • Apaga el teléfono o ponlo en modo nocturno en los momentos que consideres importantes de tu trabajo.
    • Dedica un tiempo específico para contestar correos o mensajes de padres de familia o administrativos. Estar pendientes de notificaciones nos genera un estado de alerta que no nos permite fluir.
  5. Dedica un tiempo a cada actividad: no te pongas a pagar facturas en tiempo de trabajo. O a leer un libro personal. Inclusive a estudiar para tu maestría. Organiza el tiempo que tienes por fuera del trabajo para estas actividades. Y en lo ideal respeta el tiempo que tienes en tu trabajo para las tareas de tu trabajo.
  6. Si tienes períodos largos de trabajo, programa descansos. El método pomodoro es una buena práctica. Por cada 25 minutos de trabajo, descansa 5. O la modificada que es la que yo use, por cada 50 minutos de trabajo, descansa 10.
  7. Vuelve al presente: entrena tu consciencia para volver al presente cuando notes que te distraes. La meditación es una técnica que puede ayudarte a ello, pero hay muchas más.

El poder de microfluir

¿Pero y qué pasa con esas tareas de la vida ordinaria que no son el sentido ni la razón de nuestra vida y que aún así las debemos realizar? A partir de la pág. 94 nos hablan del microfluir: nuestra habilidad para convertir una tarea rutinaria en microfluir, en algo que podemos disfrutar, es crítico para ser felices, ya que todos tenemos que hacer tareas rutinarias.

En el libro nos cuentan la historia de unas personas que trabajan en uno ascensores hundiendo los botones y aún así logran hacer de este trabajo una experiencia que los llena de satisfacción

Hace unos años tuve una experiencia que creo que ilustra esto de una manera extraordinaria. Viajé con mi hermana a Connecticut. Además de Yale, no es una ciudad que uno haya escuchado nombrar mucho. Buscando con mi hermana cosas para hacer, nos encontramos un museo de los tranvías y decidimos ir sin saber muy bien qué era.

Estando allá nos enteramos que es el tranvía más antiguo de los Estados Unidos que sigue funcionando. Lo han mantenido con vida como una organización sin ánimo de lucro y van recuperando vagones antiguos, los restauran y los guardan en unos graneros para la visita del público.

Puedes ver vagones de hasta mediados de 1,800 que traen de diferentes lugares para su restauración y nos cuentan un poco de esa época, y de cómo funcionaba la vida en ese entonces.

Nuestro guía fue originalmente conductor de tranvía y ahora es parte de la organización. Me conmovió escuchar la emoción y el orgullo con la que nos habló del tranvía y su historia como si fuera lo más importante del mundo.

Cualquier podría pensar que subirse a un tranvía diez veces por día, cinco o seis días a la semana y contar la misma historia, puede ser lo más aburridor del mundo. Pero al este hombre ponerle pasión y verlo como su propósito, lo convierte en un trabajo que lo llena de satisfacción y sí que lo sabe transmitir.

Resiliencia como elemento fundamental para seguir un ikigai.

Una de las características comunes de todos aquellos que tienen un ikigai bien definido es que persisten en su pasión pase lo que pase. Cuando la vida les da reveses, cuando todo son obstáculos, nunca se rinden. Siguen luchando pase lo que pase.

Héctor García (Kirai) y Francesc Miralles.

A partir de la pág. 94 los autores nos hablan de cómo todos tarde o temprano, todos tenemos que afrontar momentos difíciles, y la forma en que enfrentemos esos momentos puede suponer una gran diferencia en nuestra calidad de vida. Entrenar la mente, el cuerpo y nuestro estado emocional resiliente es fundamental para afrontar los contratiempo de la vida.

Mientras más resistentes seamos, más fácil será levantarse y recuperar el sentido de la vida. Ser resiliente significa mantenerse enfocado en tus objetivos sin desanimarte. La fuerza proviene de la flexibilidad, la capacidad de adaptarse a los cambios y superar las dificultades. Enfócate en lo que puedes controlar y no te preocupes por lo que está fuera de tus manos.

Para construir un estilo de vida resiliente, no debemos temer a las adversidades. Cada obstáculo representa una oportunidad para aprender y crecer. La adversidad puede ser vista como una desgracia o como una experiencia que nos permite corregir errores y establecer metas más altas en todas las áreas de nuestra vida.

Algunos consejos que nos pueden ayudar a vivir una vida más plena y disfrutar nuestro ikigai

1. Disminuir el estrés con que vivimos

A partir la pág. 33 los autores nos hablan del estrés, esa epidemia que nos impide muchas veces disfrutar la vida. El estrés es una respuesta natural del cuerpo humano ante situaciones que se perciben como peligrosas o difíciles. En un mundo tan competitivo y acelerado, muchas personas experimentan estrés casi constantemente y un estado prolongado de estrés puede ser perjudicial.

Por un lado, la alerta constante afecta a las neuronas relacionadas con la memoria y puede provocar depresión debido a la disminución de ciertas hormonas. Por otro lado, el estrés prolongado puede provocar irritabilidad, insomnio, ansiedad y un aumento en la presión arterial como efectos secundarios.

Remedios japoneses:

  • Bañarse más tiempo de lo normal, escuchando música mientas te relajas.
  • Tener la mesa de trabajo, la casa, la habitación y todo a su alrededor ordenado.
  • Hacer ejercicio, estiramiento y respiraciones profundas.
  • Llevar una dieta equilibrada.
  • Un masaje en la cabeza haciendo presión con los dedos
  • Meditación de cualquier tipo

2. Practicar la consciencia plena

En la pág. 35 nos hablan de la práctica de la conciencia plena para poder vivir y disfrutar el aquí y el ahora. Una forma de empezar, es estar atentos a nuestras respuestas aunque sean rutinarias:

  • Al despertar hasta el momento de levantarse.
  • Al prepararse para salir de casa.
  • Al desplazarse de un lugar a otro, ya sea caminando o en un transporte.
  • En los periodos de espera.
  • Entre dos tareas diferentes.
  • Al pararse a tomar algo o comer.
  • Practicando ejercicio físico.
  • Haciendo las tareas rutinarias del hogar.
  • Al descansar y al acostarse.

Conseguirlo requiere entrenarse gradualmente, pero con la práctica se activa la atención plena que mitiga el estrés y por tanto, alarga la vida

3. Dormir bien

En la pág. 41 nos cuentan la importancia de dormir bien y nos dan una serie de consejos para lograrlo:

  • No hacer actividades que nos alteren antes de dormir: ver televisión, usar el computador, mirar cualquier tipo de pantallas tres horas antes de dormir.
  • No tomar cafeína al menos 10 horas antes.
  • Cenar tres horas antes y no comer nada entre la cena y la hora acostarse.
  • Crear una rutina que nos lleve de forma natural a dormir. por ejemplo darnos un baño de agua caliente y de ahí ir a la cama.
  • reducir la iluminación de la sala en la que estés unas horas antes.
  • Dar las gracias por el día.
  • Respirar profundamente contando cada inhalación y expiración.

4. Wabi-sabi e Ichi-go ichi-e

En la pág. 154 no hablan de estos dos conceptos que deben ser pilares en nuestro día a día.

Wabi-sabi es un concepto japonés que enseña la belleza de la naturaleza perecedera, cambiante e imperfecta de todo lo que nos rodea en vez de buscar la perfección. Por eso ellos valoran una taza con una forma irregular, atravesada por una grieta en el medio.

Ichi-go ichi-e este momento sólo existe ahora y no se volverá a repetir, nos enseña a centrarnos en el presente y a disfrutar de cada momento único que nos da la vida. Por eso merece descubrir y seguir el propio ikigai.

Quien encuentra su ikigai lleva ya consigo todo lo necesario para una larga y dichosa travesía.

Héctor García (Kirai) y Francesc Miralles

Puedes adquirir el libro aquí

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